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Published on 7 January 2005
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Edith SIZOO

Francia, Europa.

Nací en Holanda en 1939, en una familia con nueve hijos. Mi primera juventud se vio marcada por los eventos de Ámsterdam durante la Segunda Guerra Mundial y los años siguientes a la liberación. Una acumulación sin fin de historias – la mayor parte de las veces horribles, pero que mostraban también cómo de lo peor surge el coraje más inimaginable. Durante esos años de toma de conciencia, yo estaba preocupada por la cuestión de saber dónde buscar las causas fundamentales del racismo. Hasta hoy no he encontrado una respuesta concluyente, pero mi vida ha sido guiada por la idea de que el racismo (y por otra parte el machismo) están intrínsecamente ligados al miedo a la alteridad del otro. Esta idea me llevó a ahondar tan profundamente como me fue posible en lo que hace a dicha alteridad (o mejor dicho, a estas alteridades), con el fin de disminuir el miedo y – más importante aún- descubrir la riqueza de la diversidad humana y cultural. En la universidad cursé estudios de lengua y literatura francesas, de antropología y de psicología de desarrollo.

A los 25 años me casé con el hombre que sigo amando y con quien tuve – con el correr de los años – cuatro hijos. Nos fuimos a Hong Kong, en donde trabajamos durante cuatro años dentro del marco de un gran programa de recibimiento de refugiados provenientes de la gran China. Luego de Hong Kong pasamos muchos años en la India y residimos por períodos más cortos en Indonesia. Aprendizaje de los idiomas de quienes nos recibían con una hospitalidad tan cálida. Descubrí entonces que el aprendizaje de un idioma como punto de partida, como espacio para descubrir una cultura era un proceso de enriquecimiento fascinante. Un idioma expresa la percepción que un pueblo tiene de casi todas las cosas : el tiempo, el espacio, la vida, la muerte, las relaciones sociales y relaciones con todo lo viviente y lo que ya no está.

Al regresar a Holanda trabajé 4 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores y luego 12 años como Directora de la Federación holandesa de las ONGs de Cooperación para el Desarrollo, militando al mismo tiempo a nivel local por la protección del medioambiente natural y el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Renuncié a ese puesto porque ya no podía aceptar el enfoque eurocentrista y etnocentrista del pensamiento occidental con respecto al desarrollo de otros países del mundo. A pesar de haber publicado una buena cantidad de artículos, a pesar de las conferencias que di y del cargo de influencia que ocupaba, no lograba incluir en la orden del día de los « desarrollistas » el tema de la relación intrínseca entre culturas y desarrollo.

Entretanto, junto a personas de todos los continentes, yo había participado en la creación de la Red internacional Culturas y Desarrollo. Me trasladé a Bruselas y desde allí, un colega y yo nos ocupamos de la Red en Europa y trabajamos como coordinadores internacionales. Con el correr del tiempo la Red contaba con alrededor de 1.500 adherentes y tenía oficinas en África, Asia, América Latina y Europa. Nuestras actividades consistían en investigaciones, capacitación y publicaciones.

Al cabo de unos doce años dejé a una colega continuando la labor y me instalé con mi marido en Francia, en una vieja granja en Borgoña. Desde entonces estoy principalmente abocada a los procesos ciudadanos internacionales que apuntan a promover una Carta de las Responsabilidades humanas. Además de eso presido un Instituto francés de pluralismo de los medios de comunicación, y también están el teatro, el Tai Chi Chuan / Qi Gong, « la Casa del buen Dios » para la familia y los amigos, la huerta biodinámica y, por supuesto, el cotidiano y maravilloso asombro frente a la belleza de la Naturaleza !

Libros publicados :
- Cultures entre elles: dynamique ou dynamite ? ;
- Women’s Life Worlds; Ce que les mots ne disent pas ;
- Par delà le féminisme.

Para contactarme: edith.sizoo 5M6 wanadoo.fr

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