Expériences et dialogues sur la Charte des responsabilités humaines : éthique, responsabilité et justice
Les femmes et la Charte des responsabilités humaines Les protestants évangéliques, l’éthique et la responsabilité humaine Réflexions sur la Charte des responsabilités humaines Responsabilité consciente, irresponsabilité inconsciente, Chili. Spiritualité et responsabilité humaine, Chili. |
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Un periodista chileno enjuicia el estado crítico de las responsabilidades individuales y sociales en la sociedad actual desde el plano concreto de la conducta de los individuos quienes en este examen salen mal parados al anteponer, según el entrevistado, la pasividad, la comodidad y la entretención a sus deberes de conciencia. El calor de una taza de café al interior de un restorán y una charla entre amigos, continúan siendo factores ideales para hablar de los temas humanos . Jueves 14 de abril, restorán Dieciocho, centro de Santiago. Dos periodistas conversan. A un lado de la mesa, Percival Bell, 65 años, profesional con más de 35 años de trayectoria en el área política y su particular visión y análisis de la realidad. Al otro lado de la mesa, grabadora en mano, el entrevistador, lanza las preguntas que incursionan en la responsabilidad, más que como concepto en la acción concreta y cotidiana de las personas comunes y corrientes. La red por la Carta de las Responsabilidades Humanas en Chile, ha estado entrevistando a personas de diversos áreas que han leído la Carta y compartido con nosotros las reflexiones y comentarios que ella les ha suscitado. Una de estas personas es Percival Bell. Qué es para usted, la responsabilidad ? La responsabilidad a la cual me refiero es a la conciencia de lo que cada cual le corresponde hacer en su medio donde vive, donde se desenvuelve con quienes trata. En la medida que esa persona sea auténtica va a estar aportando algo y va estar siendo responsable de una realidad efectiva no de una realidad aparente o ficticia como es la que aparece en la televisión o el cine. A mi juicio, la responsabilidad conciente implica un concepto de autodisciplina para comprender que lo que hacemos tiene que ser con una finalidad positiva, evitando creer que basta simplemente con vivir el día. Dejándose determinar por el consumismo, muchos piensan “esto es lo que quiero. Si tengo plata lo consigo y con eso soy feliz”. Pero sucede que la felicidad no está en lo que se quiere o se consigue, yo creo que la felicidad está en la satisfacción consigo mismo. Si nosotros, seres humanos, tenemos una formación basada en valores, es indispensable que tengamos claro que debemos ir buscando algo más que el hoy. Creo que lo que necesitamos en el mundo es que todos aportemos lo que cada uno y ojalá todos consideramos positivo para mejorar las condiciones en que está viviendo la humanidad. La responsabilidad es individual, sin embargo, no olvidemos que matemáticamente, según el concepto tradicional, el todo es la suma de las partes. Si nosotros como individuos, como unidad, evadimos la asunción de la responsabilidad de cambiar el mundo nos encontramos con que vivimos en un mundo distorsionado en sus valores, regido por antivalores en que un elemento tan intrascendente en lo realmente vital, como el dinero, vale más que una persona, la que encierra en sí un universo de valores. El dinero puede obtenerse en un golpe de suerte, pero el valor humano no se logra de la noche a la mañana. Es imposible. Los individuos somos seres gregarios, necesitamos vivir en sociedad, en grupos. En la medida que eludimos la responsabilidad que nos corresponde dentro de esos grupos, llámese familia, escuela, iglesia, partido político, gremio, país, continente, humanidad, en la misma medida que no participamos, estamos dejando que el mundo siga girando a su entero y regalado gusto. Quizá en la mayoría está inconsciente la idea de que el mundo va a funcionar bien sin el esfuerzo propio. En el escenario descrito, qué es para usted la ética ? He señalado que le descargamos roda la responsabilidad social a los demás, pero no asumimos la responsabilidad propia, la cual aun cuando sea mínima debemos asumirla. Hay que ser íntegro en el sentido cabal del término. Si yo pienso que algo es negativo debo manifestar mi disconformidad con ello en cualquier lugar donde esté para combatir lo negativo. Si no lo hago, caigo irremediablemente en la irresponsabilidad social inconciente. En cada actividad para la cual estamos preparados y hemos desarrollado nuestras labores para subsistir, disponemos de capacidades y talentos, talentos que en la perspectiva cristiana, los creyentes tenemos la responsabilidad de multiplicar. En la perspectiva pagana, no creyente o laica , todos sin excepción, debemos participar de la sociedad en la cual estamos viviendo. Y esto se nos plantea del punto de vista político, por ejemplo, cuando se nos obliga a inscribirnos en los registros electorales y a emitir un sufragio para elegir autoridades del parlamento, el municipio o del gobierno. Sin embargo ése es solamente un ejercicio, porque lo ideal es que todos participáramos de la discusión de las ideas matrices de las iniciativas que nos van a regir en determinado momento. En qué se evidencia la crisis moral de la sociedad actual ? Estamos ante un problema genérico : estamos frente a un mundo materialista, de búsqueda de la autosatisfacción, cuyas consecuencias nos arrastran hacia la crisis ecológica por la explotación irracional de los recursos naturales y donde los más lucrativos negocios son la venta de armas y el narcotráfico. O sea, actividades que son parte de la cultura de la muerte. Tenemos un mundo regido por antivalores que es producto de la irresponsabilidad inconsciente en la que mucha gente no asume su rol. Y digo que es inconsciente porque el individualismo está a tal punto entronizado en cada individuo que se hace una actitud refleja frente al mundo de desentenderse de los problemas que no son propios y ni siquiera intentar la posibilidad de solucionar un problema ajeno, porque basta con que sea ajeno para que quede fuera de esa voluntad. También, el individuo medio olvida es que es temporal y difícilmente planifica considerando las experiencias y las proyecciones de las condiciones vigentes. Así somos imprevisores y cortoplacistas. Y esto es un fenómeno que se produce a nivel mundial. La inercia vital producto del desarrollo tecnológico nos hace creer que muchos de los cambios favorables se van a producir sin intervención nuestra. Con tal concepción, los creyentes recurren a dejar en manos de Dios la solución de los problemas de mediano y largo plazo, y los ateos o agnósticos, por su parte, confían excesivamente en la propia capacidad intelectual o de sus pares sin asumir el rol vital de participación social. Lamentablemente, en estos momentos, los habitantes del mundo parecen estar orientados a la satisfacción de placeres absolutamente efímeros e incluso hasta imaginarios, fundamentados en la satisfacción del anhelo de poseer, de lograr dinero para comprar cosas que ni siquiera necesitamos. ¡ Cuánta gente le dedica horas y horas a la pantalla, a dejar pasar el tiempo en casos o situaciones inventadas o actuadas por otras personas ! O en el erotismo o la pornografía, medios evasivos como sucede con todas las entretenciones. Si una persona se dedica exclusivamente a entre-tener-se, está siendo irresponsable porque está buscando la autocomplacencia, la autosatisfacción, el disfrutar por sí mismo y para sí sin ninguna proyección ni tampoco consideración de antecedentes históricos, personales o sociales. ¿Cuál es el riesgo de evadirse con una serie de elementos pasajeros e intrascendentes ? En apariencia ninguno. Es sólo que el tiempo ha seguido pasando y llega un momento en que los problemas a los cuales no les buscamos una solución adecuada , los tenemos frente a las narices y para quitárnoslo de encima tomamos decisiones inmediatas, casi reflejas de una realidad que nos acosa y consecuencialmente, decisiones carentes de todo tipo de perspectiva que nos de la suficiente amplitud como para distinguir donde está el equilibrio, qué es lo más adecuado. Sin perspectiva no puede haber una solución adecuada a nada. |