La espiritualidad como puente entre lo secular y lo religioso por Sudha REDDY Una respuesta holística a la armonía social y la dignidad | ||
El artículo completo, escrito en inglés, se ha traducido enteramente al francés. Por razones de economía, sólo tradujimos al español las palabras de conclusión de la Sra. Reddy, una suerte de resumen, aunque sin los detalles e ilustraciones cautivadores, de sus ideas sobre la problemática de la religión y la tradición como fuente de acción responsable y fortalecimiento de las poblaciones marginales. Animamos a los lectores hispanohablantes, si pueden leer inglés o francés, a hacer clic en una de estas versiones y leer el relato completo. El profesor Borough laureado Nóbel dijo, " las plantas hablan pero hablan sólo en cuchicheo; a menos de acercarse, no se les puede oír ." Los mismo vale para el campesino con arado roto, la madre rural que viaja kilómetro tras kilómetro para juntar unas ramitas y poder cocinar para su familia, u aquella otra madre que busca en la basura un pedacito de algo para alimentar a sus niños. Si nos acercamos de ellos, podemos escuchar su cuchicheo. Aunque lo considere como intento humilde, ha sido para mí una oportunidad extraordinaria de poner en práctica un método dialéctico en donde la espiritualidad y las consideraciones sociales contribuyen a transformar, en armonía, la vida de la gente. Esta experiencia humana-con-espiritual también fortaleció en mí, así como en la mayoría de las personas de Ullalu, la importancia de la dignidad, la responsabilidad individual y ante todo la fuerza positiva que se deriva cuando se asume con firmeza sus responsabilidades hacia la comunidad humana, hacia el medio ambiente, hacia la vida en su conjunto. Una reinterpretación holística activa del sentido de la responsabilidad también está aquí en obra. Repasando los varios casos de la complejidad de varias problemáticas que he estado analizando con ustedes, se vuelve más evidente que los Derechos Humanos, a pesar de su contribución eficaz en los dominios administrativos y políticos de la ley y la justicia, no obstante tienen sus propias limitaciones en áreas que todavía controlan los religiosos arcaicos y las mentalidades culturales divisivas, sobre todo en el ámbito de la opresión de las mujeres, de los dálits y los indígenas. Hay que volver a definir de manera holística los parámetros que regulan las interacciones de los hombres y las mujeres, del ser humano con una sociedad a la que aspira, de la humanidad entera con cada aspecto de la vida. En todo esto, una aceptación consciente y dedicada del sentido de la responsabilidad, en un sentido tanto moral como espiritual, ha de jugar un papel significativo en ampliar el alcance de los Derechos Humanos. Que lo deseemos o no, que lo entendamos o no, que lo aceptemos o no, cada uno de nosotros es responsable de la mayoría de los males irresponsables en el mundo. Si ponderamos en serio nuestro condicionamiento, nuestros modelos inconscientes de conducta, nuestros prejuicios inculcados, descubrimos que la mayor parte del tiempo estamos desconectados de las leyes interdependientes que rigen la armonía del planeta. Nos conformamos muy fácilmente con los cómodos sistemas del progreso, sin ver que ya en muchos casos el ejercicio del progreso va contra el flujo original armonioso de la vida, mientras todavía innumerables personas, con su respiración y sudor, luchan contra ese flujo provocado por los hombres, por la supervivencia de lo que tanto cuenta:, su intimidad con la espiritualidad de la Tierra Madre. Es nuestra responsabilidad cuidar a todas aquellas “cosas pequeñas” por lo que Dios es tan grande, de hecho tan infinito. Todas estas "cositas" maravillosamente interconectadas que irreverentes, hemos empujado hacia los rincones olvidados de nuestro mundo especializado. Paradójicamente nuestra visión de un mundo uniforme ha creado un mundo muy estrecho en donde la espiritualidad parece ser cada vez más un artículo sumamente preciado de las clases sociales ricas y privilegiadas. Un mensaje de solidaridad responsable y de compasión responsable es la necesidad del momento si deseamos que la paz, la armonía y la justicia prevalezcan en todos los asuntos humanos. Esto es lo que debe volverse la textura vital detrás de la Declaración de los Derechos Humanos Muchas personas que se enfrentan diariamente con los peores aspectos de la desigualdad y la injusticia sienten que si no se enfatiza el concepto de las responsabilidades humanas tanto al nivel más alto de las conferencias internacionales como al nivel en que a estos problemas urgentes se le debe dar una solución práctica y pertinente, hay poca esperanza de entrar en un proceso transformativo. Por eso como suma subjetiva a la parte objetiva de la Declaración de los Derechos Humanos, una Carta de las Responsabilidades Humanas, iniciativa de la Fundación Charles Léopold Mayer por le Progreso de la Humanidad (FPH), la están contemplando personas de misma disposición en varios rincones del mundo. Nuestra responsabilidad espiritual empieza cuando nos relacionamos con aquéllos que están en dificultades terribles como sujetos en lugar de como objetos anónimos. Esta actitud también se extiende a la naturaleza en general: animales, plantas y el medio ambiento en su conjunto. Todos son sujetos en Dios. Una de las sabidurías de nuestros antiguos escritos dice, “ Todo en este mundo está envuelto por Dios .” Cuando esto se realiza enteramente, no se puede escapar ser responsable espiritual y socialmente. Cuando nos relacionamos con todas las cosas pequeñas de este mundo como sujetos descubrimos lo que la interexistencia significa realmente. Éste es el principio de la transformación espiritual, el jornada interior y exterior hacia la interexistencia. Es alentador ver cada vez más debates internacionales sobre la gravedad de los problemas que enfrenta la humanidad con peligros sociales, políticos y ecológicos mundiales inauditos. Hay muy pocos lugares en el planeta que no están en un estado de emergencia de una manera u otra. La necesidad del momento es reunir todas las fuerzas espirituales de compasión y de no violencia que podamos, de cualquier origen, de cualquier naturaleza, y nutrirlas, enriquecerlas y propagarlas como semillas luminosas de esperanza. Allí reside nuestra responsabilidad como seres humanos conscientes que todavía creen que la vida es preciosa y es una cosa maravillosa que hay que preservar y venerar. Y con este entusiasmo recobrado también vayamos hacia el hombre y la mujer comunes, para compartir con ellos aquella fuerza que todavía puede mover las montañas. Sudha Reddy, en la conferencia “Diálogo hindú y católico - Derechos Humanos"
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