A Surfers’ Charter of Responsibilities
A Video about the Charter in two editions An experience with street conversation in Porto Alegre For a Charter of Responsibilities of the Surfers Street Dialogues : History, Methodology, Practice The National Education Program for Public Schools Youth Charter of Responsibilities on Environment, IIIrd National Conference, Brasilia |
Una experiencia de conversación de calle en Porto Alegre | |
Felipe y yo llegamos a un extraño y pequeño refugio para peatones en medio de una avenida muy concurrida. Hacía calor y había viento, nos costó atar nuestra bandera a un poste con un hilo y al poco rato se voló. Algunos jóvenes de distintos países estaban medio dormidos acostados en el césped, demasiado cansados e indolentes como para escucharnos. El micrófono tenía un soporte fijo y no podía ser desplazado; empezamos entonces a llamarlos y a invitarlos a que vinieran a cantar en una ronda de danza, del mismo tipo de la que utilizó con tanto éxito el día anterior João das Neves para reunir gente a su alrededor. Nada parecía funcionar, pero insistimos. Poco a poco alguna gente empezó a acercarse, a bailar de la mano, a aprender la canción – una danza tradicional en ronda del nordeste de Brasil. Luego unas quince personas se sentaron en el césped seco y polvoriento y pudimos preguntarles qué significaban para ellos “los bienes comunes de la humanidad”. Algunas voces tímidas se dejaron oír : “el agua”, “la tierra para alimentar a la gente”, “el paisaje”... Luego la cuestión del agua y de la obligación de pagar para beber – una necesidad humana fundamental para sobrevivir – fue discutida por todos. Alguien recordó cómo Coca-Cola y Nestlé estaban privatizando todas las fuentes de agua en el mundo. De repente, un hombre surgió de ningún lugar. Llevaba una vieja caja plástica y gritaba : “Agua, por sólo 2 Reales !” Todo el grupo se rió a carcajadas y el hombre bajó su precio : “Bueno, sólo 1 real”. Lo invitamos a sentarse y a charlar con nosotros. Se presentó y nos explicó que vendía esos vasos de agua potable para cubrir las necesidades de su familia. Luego explicó, frente al grupo atónito, que estaba muy contento porque a los 43 años acababa de cumplir su sueño de aprender a leer y a escribir. Sonrió, se levantó y se fue, agitando el agua sobre su cabeza.
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