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Publicado em 23 de junho de 2005
Traduções disponíveis em: français . English .

Por el Rencantamiento del Mundo

por Gustavo MARIN
Temas fortes ligados: Governança, Direitos humanos, e responsabilidade .
Temas largos ligados: Cross-cultural . Cultura . Ethics .

Reflexiones y Propuestas entorno a la Mundialización

En el Encuentro Latinoamericano Etica, Cultura y Responsabilidad
Santiago, 17 Enero 2005

Ponencia de Gustavo Marin
en el Encuentro Latinoamericano
Etica, Cultura y Responsabilidad [1]
Santiago, 17 Enero 2005

Hace 50 años, en 1955, Mandela y sus compañeros se reunieron con cerca de 3000 sudafricanos en Kliptown, un barrio popular de Ciudad del Cabo, y redactaron The Freedom Charter, la Carta de la Libertad. Y escribieron en el primer artículo de dicha Carta: “Africa del Sur pertenece a todos: a los negros y a los blancos y ningún gobierno puede reclamar su autoridad si no está basado en la voluntad del pueblo” [2].

Mandela y sus compañeros ya estaban siendo perseguidos por los agentes del régimen del apartheid, pero quienes también atentaron contra su vida fueron los militantes de uno de los grupos que allí se reunieron, los militantes del movimiento Conciencia Negra quienes no podían tolerar que en el primer artículo de la Carta de la Libertad se mencionara que Africa del Sur pertenecía no sólo a los negros, sino también a los indios, a los mestizos y a los blancos.
Pero Mandela mantuvo intacta esa afirmación. Estuvo 27 años prisionero por el régimen del apartheid dominado por los blancos y ese texto es hoy el primer artículo de la Constitución de Africa del Sur.

Si he querido comenzar esta ponencia citando el primer artículo de la Carta de la Libertad, redactado hace 50 años, es porque él encierra lecciones fundamentales que debemos recoger hoy. Haber afirmado que Africa del Sur, dominada por el régimen del apartheid pertenecía a todos, incluídos los propios blancos, era la afirmación decisiva que las sociedades son plurales, multiculturales y es la diversidad la que constituye la unidad.
Esa es una primera lección.

La segunda, y allí se descubre el carácter genial de la estrategia puesta en marcha por Mandela y sus compañeros, es que esta afirmación de la diversidad permitió aislar al adversario, rodearlo, neutralizarlo y derrotarlo por todos los medios, civiles y armados, hasta el triunfo electoral de Mandela hace sólo 10 años, en 1994.

Porque Mandela y sus compañeros tenían clarísimo que bajo el régimen del apartheid los negros no eran iguales a los blancos, que los dominadores no podían compararse con los dominados. En las sociedades actuales no se debe comparar en un mismo plano el Ocupante y el Ocupado, no es lo mismo el Torturador o el Torturado.

A Mandela y sus compañeros no se le pasaba por la cabeza la idea de una colaboración armoniosa con los dominadores que habían implantado el régimen del apartheid, pero al afirmar que Africa del Sur pertenecía a todos, incluido los blancos, empezaron a cortar la rama sobre la cual se había sentado el régimen del apartheid.

Decir que la diversidad, la pluralidad, es el fundamento de la unidad, es una afirmación profundamente revolucionaria, libertaria, capaz de echar las bases de un movimiento social vasto, poderoso que cambia la sociedad y su régimen político.

En ese primer artículo de la Carta de la Libertad, Mandela y sus compañeros mencionan en primer lugar a Africa del Sur porque para ellos la unidad era esencial en la medida en que la diversidad, empujada al extremo, conlleva la dislocación de la sociedad, el atrincheramiento en bandos que constituyen la base de posiciones nacionalistas y fundamentalistas, a menudo nutridas por visiones religiosas que hacen creer que es sólo un pueblo, un grupo, un país, un partido el único elegido para imponer su propia voluntad sobre los otros.

Esa Carta se intitula la Carta de la Libertad porque frente a la dominación, la aspiración primera del ser humano es la búsqueda del aire de la libertad, porque una mundialización como la que vivimos hoy, hegemonizada por un poder imperial es insoportable, no sólo por los jóvenes empobrecidos de las ciudades del mundo árabe y musulmán que nutren las filas de los que fabrican los atentados, sino de toda mujer y hombre que aspira a ser libre.

Hoy, a comienzos del siglo 21, los pueblos y los que seguimos luchando por la justicia, por la libertad, nos encontramos nuevamente entre la espada y la pared, o para decirlo en términos más modernos, entre el tanque y el muro.

Ya se ha analizado esta nueva cara del imperio hegemonizado por los llamados conservadores americanos. Sabemos que es un imperio que se nutre de la innovación tecnológica, que salta de crisis en crisis dejando más damnificados que los muertos y desaparecidos de los maremotos y otras catástrofes. La miseria, la exclusión social, las nuevas enfermedades matan más niños, más gente, que los cataclismos.

Sabemos también que éste es un imperio que hace de la guerra su método político privilegiado. Cuando empleamos la metáfora entre el tanque y el muro no se trata de un recurso oratorio. La realidad de numerosos pueblos es así: principalmente la de los palestinos y los iraquíes.

Pero no debemos ocultar otro elemento característico del período en que sobrevivimos: los grupos islamistas continúan preparando y haciendo atentados. Estos atentados se producen principalmente en Estados Unidos, Europa, los países árabes y algunos países asiáticos, pero, empujados por la mundialización, las olas de atentados pueden alcanzar todas las regiones del mundo.

A las nuevas formas de guerra lanzadas por las potencias imperiales y en medio de atentados imprevisibles, podemos agregar, también empujadas por la mundialización, las redes mafiosas del tráfico de drogas, de niños, de mujeres, de hombres que migran por millones buscando donde soportar algo mejor las duras condiciones de la existencia cotidiana.
En los barrios populares de las grandes y pequeñas ciudades de todos los continentes existen verdaderas guerras sociales las que son una manifestación constante de la exclusión y las desigualdades económicas y sociales que corroen la vida en sociedad.

¿Cómo salir de esta situación entre el tanque y el muro? Sin pretender ser optimista, yo afirmo que ya estamos saliendo.

En 1955 la Carta de la Libertad aparecía al comienzo de la llamada Guerra Fría. Durante décadas, textos como esa Carta inspiraron los movimientos de liberación en Africa, Asia, América Latina y los movimientos en Europa y en Estados Unidos de solidaridad con los pueblos del Sur. Pero ellos quedaron delimitados por el marco de los conflictos entre las grandes potencias de la Guerra Fría.

La caída del muro de Berlín en 1989 y sobre todo el triunfo de Mandela en 1994, por un momento nos hicieron creer que el sistema de gobernanza mundial encabezado por las Naciones Unidas permitiría que los conflictos entre los pueblos fuesen regulados gracias al multilateralismo. Hoy ya sabemos que son el unilateralismo y la lógica de guerra los que priman en el contexto mundial y las anheladas reformas de la ONU no sólo probablemente resultarán inútiles, sino serán pequeñas reformas por debajo de las exigencias que los desafíos de la gobernanza mundial imponen.

La Historia nos ha enseñado que los Imperios caen, que después del auge viene la caída. Pero la Historia nos ha enseñado también que la decadencia de los imperios puede tardar muchos años, incluso siglos. Con esta perspectiva, lo que hemos llamado sociedad civil, que podría ser mejor llamada: los nuevos movimientos sociales de la época de la mundialización, están abriendo nuevos caminos. Los partidos, los sindicatos seguirán jugando su rol, los sistemas de representación seguirán dando preponderancia a los partidos, a las instituciones religiosas. Pero el nuevo contexto de la mundialización exige nuevas formas de expresión de los nuevos movimientos sociales.

De estas nuevas formas, las alianzas ciudadanas y los foros sociales constituyen ciertamente pilares importantes de una otra mundialización.

Para terminar, quisiera subrayar 3 características de estas alianzas y foros.

a) la primera, es que ellos van construyendo una nueva geometría social y política: lo grande puede estar en lo pequeño, lo último puede llegar primero.
Por ejemplo, el Foro Social chileno es uno de los más recientes que se han realizado. Los organizadores pensaban que si en la marcha se reunían 10.000 personas sería un éxito. Hubo más de 50.000. La metodología empleada en ese Foro recoge y supera los aprendizajes que hemos venido acumulando desde el primer foro en Porto Alegre en Enero del 2001, dando importancia a las propuestas avanzadas por los propios organizadores de cada actividad autogestionada. Los últimos pueden ser los primeros. La idea de la vanguardia ha quedado obsoleta.

b) la segunda característica de las alianzas ciudadanas y los foros sociales es que ellos buscan expresar la transversalidad y comprender la complejidad. Hoy ya sabemos que el vecino también tiene buenas ideas, que para reforzarnos mutuamente tenemos que salir de los compartimentos estancos, que es gracias a la pluralidad que la unidad se fortalece. Aquellos que se especializan en un tema, un objetivo, tienen razón en profundizar un punto, pero es el conjunto de iniciativas articuladas el que da sentido al movimiento social. En este próximo Foro Social Mundial, el quinto, que se realizará a fines de Enero nuevamente en Porto Alegre (los próximos serán seguramente en otras regiones, en Marruecos, luego en algún país de Africa al Sur del Sahara y algún día en la misma China), decía que en este próximo foro, habrán más de 2500 actividades auto-organizadas distribuidas en 11 espacios temáticos, desde la gestión de los bienes comunes hasta las cuestiones de gobernanza mundial pasando por los temas del arte, la comunicación, la diversidad, los derechos humanos, la economía solidaria, la ética, las luchas sociales y la paz. Los foros y el próximo en particular tendrán que ir dando respuestas claras a cómo haremos posible este otro mundo, cómo iremos construyendo una nueva mundialización a escala humana.

c) y la tercera característica de estas alianzas y foros es la conciencia de lo imprevisible del futuro. Los latinoamericanos ya conocemos el poema de Machado popularizado por Joan Manuel Serrat: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Además, los ciudadanos del mundo tenemos conciencia que el diálogo intercultural necesita tiempo, que las palabras no significan lo mismo de un pueblo al otro, incluso al interior de un mismo pueblo, entre generaciones.

El futuro es imprevisible, pero nuestra aventura tiene sentido. En esta época en que nos ha tocado vivir, no tenemos certeza de cuándo el imperio actual acabará y seguramente lo que pase después será diferente a lo que imaginamos hoy, pero los que seguimos caminando en busca de una mundialización humanista, asumimos la responsabilidad del rencantamiento del mundo.
Lo hacemos no como un simple sueño romántico, sino con la certeza que un sueño compartido se realizará un día, con la misma certeza que abrigaba Mandela ese día de Junio de 1955 cuando con sus compañeros redactaron The Freedom Charter, la Carta de la Libertad, con la certeza que algún día acabarían con el régimen político del apartheid. Mandela fue elegido por el pueblo sudafricano en 1994. Les tomó sólo 40 años. Fue elegido por los negros y los blancos.

Gracias.

[1] Organizado en el marco de ENTEPOLA: Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano, con el apoyo de la Universidad Silva Henríquez y la Corporación AYUN

[2] El texto exacto de la Carta de la Libertad es : "We, the people of South Africa, declare for all our country and the world to know: that South Africa belongs to all who live in it, black and white, and that no government can justly claim authority unless it is based on the will of the people".

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