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Publicado em 17 de outubro de 2007
Traduções disponíveis em: français (original) . English . Português do Brasil .

Valores y prácticas: la unidad y la diversidad

A lo largo de toda la historia de la humanidad, los valores ligados a los preceptos de la sabiduría tradicional, ya sea religiosa o de otra índole, han sido los puntos de referencia para el desarrollo de las actitudes responsables. Sus premisas básicas, según las cuales los valores individuales y colectivos ejercen una influencia sobre las prácticas, siguen siendo válidas. En realidad, las prácticas y los valores se influencian mutuamente. Entre estos valores se encuentran: el derecho a la dignidad y el respeto de las formas de vida no humanas, el diálogo más que la violencia, la empatía y el reconocimiento del otro, la solidaridad y la hospitalidad, la veracidad y la sinceridad, la paz y la armonía, la justicia y la equidad y la preeminencia del bien común por sobre el interés individual.

Sin embargo, la realidad nos confronta a menudo, individual o colectivamente, a situaciones en las cuales estos valores se oponen, como por ejemplo cuando hay que alentar el desarrollo económico protegiendo al mismo tiempo el medioambiente y respetando los derechos humanos. Estas cuestiones se relacionan unas con otras y no pueden resolverse independientemente unas de otras. Una acción de conjunto responsable implica la integración de varios sectores de actividad humana. Requiere discernimiento y una reflexión lúcida sobre valores e imperativos contradictorios de los que todos tienen la responsabilidad de tomar conciencia. Además, nadie debería utilizar las distintas prioridades vinculadas a sus propias historias y circunstancias actuales como excusa para ignorar otras problemáticas que están en juego.

Si bien la idea de responsabilidad existe en todas las sociedades del mundo, esto no significa que la responsabilidad sea percibida o vivenciada de igual forma en todas partes. En algunas sociedades, la responsabilidad no es una cuestión de iniciativa individual, sino que más bien es asignada por la colectividad a los individuos. La manera en que se estima que cada uno debe responder de sus actos varía enormemente. Por otra parte, las diferencias culturales juegan un papel decisivo en cuanto a la formulación jurídica de la noción de responsabilidad.

Las naciones del mundo han reconocido la noción de “Derechos Humanos”; de igual manera ha llegado el momento de introducir el concepto de “Responsabilidades Humanas”. La colaboración internacional y la gobernanza mundial son impensables si no hay cierta aceptación de ideas y principios universales que, independientemente de sus orígenes, pueden ser benéficos para la humanidad, las formas de vida no humanas y los ecosistemas.

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