Este artículo muestra cómo el arte puede tener un papel fundamental en la reorganización del tejido social deshecho.
El arte nos permite, como lo dice el mito, tocar el misterio del mundo, pero también permite alcanzar la lucidez, el placer, la alegría. Nos permite penetrar en él desconocido en busca de respuestas parciales. La pobreza ya solo es considerada en su dimensión material, las posesiones simbólicas y espirituales son más importantes. Es a través de ellos que el arte surge, creando los nuevos vínculos de solidaridad, hecho de él imaginario y de la poesía indispensable en el conocimiento del otro y de sí mismo. El arte puede tener un papel fundamental en la reorganización del tejido social deshecho. Algunas propuestas se formulan con estas ideas (defender la ciudadanía cultural, reforzar la identidad cultural que enfrenta los procesos de globalización, para construir una cultura de la paz...), ilustradas con experiencias contemporáneas.
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